Atenas, a la cabeza de la Liga de Delos y tras haber roto el acuerdo de paz de los Treinta Años (445 a.C.), constituía ya un verdadero imperio, mantenido gracias a los tributos que pagaban los aliados y a la política de Pericles. Por el contrario, la política exterior de Esparta se limitaba a su presencia en la Liga del Peloponeso, que trataba de mantener la hegemonía sobre este territorio.
La guerra se produjo por intereses políticos y sobre todo comerciales. Atenas había asediado Potidea, colonia de Corintio, que pertenecía a la Liga del Peloponeso. Además, un decreto ateniense prohibió a la ciudad de Mégara utilizar los puertos y mercados controlados por la Liga de Delos, ya que había prestado ayuda a Corintio. La Asamblea de la Liga del Peloponeso envió entonces un ultimátum a Atenas, que ésta se negó a cumplir.
Empezó pues la etapa arquidémica de la guerra, en la que el rey espartano Arquidamo penetró en el Ática. Pericles concentró la población en Atenas, fortificada y aprovisionada por mar, pero la peste sorprendió a los atenienses el 429 a.C., muriendo Pericles. Pasaron entonces al poder Nicias y Cleón, aunque este último murió junto con Brásides, rey de Esparta, en una batalla en Amfípolis. Los múltiples enfrentamientos forzaron a las dos partes a firmar en 421 a.C. la Paz de Nicias, con validez de 50 años.
Sin embargo, en el año 420 a.C. fue elegido general en Atenas Alcibíades, pariente de Pericles cercano a Sócrates que pretendía llevar a cabo una estrategia agresiva. Quería atacar Siracusa para controlar así Sicilia, y, con ella, el comercio del Mediterráneo. Así pues, el 415 a.C. se planeó iniciar una gran expedición contra Siracusa. Pero unos días antes de emprender la marcha, Alcibíades fue acusado de destruir unos pilares de la ciudad y de participar en parodias de los misterios de Eleusis, por lo que, antes de ser juzgado, optó por huir a Esparta y reveló el plan de ataque a Sicilia.
Este ataque a Siracusa significó una masacre para los atenienses. Atenas comenzó entonces a debilitarse; los aliados de la Liga de Delos le dieron la espalda y dejaron de pagar tributos. Esparta, por su parte, se fue haciendo más poderosa. Además, firmó un acuerdo con el rey persa Darios II por el que le cedía los territorios griegos de Asia Menor a cambio de su soporte económico.
En Atenas no tardó en producirse un golpe de estado oligárquico contra el régimen democrático (411 a.C.), que instauró un consejo formado por 400 miembros. Aunque parte de ellos deseaba llegar a un acuerdo con Esparta, ésta se negó. Las victorias de los atenienses en ocasiones fueron incluso desfavorables para ellos mismos, como ocurrió en la batalla de las islas Arginusas (406 a.C.), en la que, acusados de no haber salvado a los náufragos, los generales vencedores –entre ellos, el hijo de Pericles- fueron condenados a muerte.
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